Cada fin de semana el salón comunal del barrio Gaitán se convierte en el punto de encuentro de 15 futuros bailarines, que al ritmo de rajaleñas, bambucos y guabinas, construyen su proyecto de vida enfocado a la danza tradicional colombiana.
Desde hace seis años, la agrupación Sonart encontró en el arte no solo una manera de conservar la memoria histórica de nuestra región, sino un medio para fomentar en los niños y jóvenes de la comuna Cuatro herramientas valiosas para su crecimiento personal.
“La música es nuestro propósito de vida. Esta agrupación es una pasión que comparto con mi esposo y mis dos hijos que bailan aquí. Además de la danza trabajamos la creatividad, motricidad, a hablar y danzar en público y también otras cualidades que ayudan a los niños a desempeñarse en los demás aspectos de la vida”, dice Shirley Bermúdez, fundadora de Sonart.
Para el profesor Giovanny Cárdenas, la danza se ha convertido en un instrumento para transformar la realidad de los más pequeños, a través de la buena ocupación del tiempo libre y la disciplina.
“Es satisfactorio ver el avance de ellos porque algunos pueden venir de entornos de violencia, o por ejemplo hay algunos niños que llegaron con trastornos psicomotores, y ver como se han transformado, como aprenden no solo el baile, sino a confiar en ellos, a desenvolverse es muy gratificante”, agrega el profe Giovanny.
Los salones comunales que ha mejorado la Administración Municipal se han convertido en punto de encuentro para miles de familias ibaguereñas, en donde se desarrollan programas educativos y culturales que fortalecen el tejido social y aportan a la construcción de una ciudad con oportunidades para todos.