Autoridades del Tolima e Ibagué implementan estrategia integral para el 50° Festival Folclórico Colombiano

Autoridades del Tolima e Ibagué implementan estrategia integral para el 50° Festival Folclórico Colombiano

Como parte de las medidas adoptadas para el buen desarrollo del evento, se fortalecerá la celebración con un plan logístico y de talento humano diseñado para garantizar las condiciones óptimas de seguridad tanto a propios como a turistas.

La Gobernación del Tolima, la Alcaldía de Ibagué y la Policía Metropolitana coordinan un robusto plan de seguridad y logística para garantizar el buen desarrollo del 50° Festival Folclórico Colombiano, evento cultural que se adelantará en la capital musical y que representa las expresiones artísticas de todo el país.

En un reciente comité de la organización del festival, la gobernadora del Tolima, Adriana Magali Matiz, destacó la coordinación interinstitucional lograda para este importante evento el cual busca brillar por la seguridad y su enfoque natural, la celebración de la riqueza cultural del país.

“En este proceso de articulación ya quedamos absolutamente claros en todo el tema cultural, en el tema logístico y también en el tema de seguridad que vamos a manejar en la celebración (…) vamos a tener la participación de 25 delegaciones de los municipios, del departamento en el reinado departamental, pero también vamos a contar con una amplia participación en el reinado nacional y también con unas delegaciones de algunos países que van a venir como invitados”, indicó Matiz.

En cuanto a la seguridad, el secretario de Gobierno de Ibagué, Edward Amaya, enfatizó el compromiso de las autoridades para garantizar la tranquilidad durante el evento que se llevará a cabo del 15 al 30 de junio en la capital tolimense.

“Hemos trabajado con la señora alcaldesa y con la señora gobernadora y con todos los equipos para que este sea un evento al cual asistan todos los colombianos con la mayor seguridad posible”, dijo Amaya. Además, mencionó que se ha dispuesto un refuerzo significativo de efectivos policiales que arribarán a Ibagué y otros municipios del Tolima en los próximos días.

Por su parte, el coronel Diego Edixon Mora Muñoz, comandante de la Policía Metropolitana, detalló la planificación de seguridad para el festival, indicando que más de mil hombres se dedicarán exclusivamente a los eventos folclóricos.

“Tenemos una organización muy planificada con la parte logística, todas las secretarías, todo lo que tiene que ver con la alcaldía, donde hemos dispuesto entre el personal que llega de la Dirección General de la Policía Nacional y la Policía Metropolitana, más de mil hombres dedicados solamente a lo que tienen que ver los eventos folclóricos”, sostuvo el coronel.

Mora también aseguró que la seguridad de la ciudad no se descuidará y, por el contrario, se fortalecerá, con un plan logístico y de talento humano diseñado para garantizar condiciones óptimas de seguridad y convivencia en los más de 60 eventos que hacen parte de la programación oficial del evento en escenarios como el Teatro Tolima, Parque Murillo Toro y Coliseo Mayor.

Con estas medidas, las autoridades buscan asegurar que el 50° Festival Folclórico Colombiano sea una celebración memorable y segura, invitando a todos los colombianos a disfrutar de las festividades en paz y armonía.

Cortolima intensifica controles y charlas de educación ambiental en la vía Murillo – Manizales

Cortolima intensifica controles y charlas de educación ambiental en la vía Murillo – Manizales

Turistas reciben información sobre la importancia de preservar y proteger el complejo de páramos.

Un equipo técnico de la Corporación Autónoma Regional del Tolima, Cortolima, adelantó una nueva jornada de sensibilización sobre el cuidado del Parque Nacional Natural (PNN) Los Nevados con grupos de turistas que entran y salen del Tolima a través de la vía Murillo – Manizales.

Con un puesto de control instalado en este corredor vial, la corporación realiza de manera periódica charlas de educación ambiental tras el aumento desbordado de turistas que se acercan al complejo de páramo, un área protegida que es fundamental para el abastecimiento de agua.

De acuerdo con Rafael Tovar, ingeniero forestal de Cortolima, durante las charlas los turistas reciben información sobre la protección y el cuidado de los frailejones, el manejo y disposición de residuos, las prohibiciones para ingresa al PNN y la propagación del retamo espinoso, especie invasora que afecta este ecosistema.

Las charlas se han intensificado, de manera articula entre Policía Nacional, Parque Nacionales Naturales y alcaldías, debido al gran volumen de turistas que se acercan al complejo de páramos en las temporadas de receso escolar, vacaciones y fines de semana.

Tovar recordó que, en cumplimiento de la sentencia 10716 de la Corte Suprema de Justicia que declaró al parque como sujeto de derechos, Cortolima estableció siete puntos de control, vigilancia y educación ambiental, los cuales están ubicados en Murillo, Herveo y Casabianca (Gualí, Sifón, Ventanas, La Cabaña y Casa Roja); Anzoátegui (Palomar) e Ibagué (Juntas).

La autoridad ambiental también ha insistido en la importancia de regular el flujo vehicular en articulación con entidades del orden nacional, el ingreso de animales domésticos y la instalación de establecimientos comerciales fijos y móviles que pueden generar una afectación al ecosistema.

Sobreviviendo entre los escombros

Sobreviviendo entre los escombros

Escrita por: Laura Cristina Barbosa Cifuentes


«La pobreza, más que simplemente la carencia material, se convierte en un laberinto de oportunidades limitadas y horizontes estrechos. En medio de esta realidad desafiante, nos enfrentamos a una encrucijada donde la falta de recursos y la ausencia de opciones nos empujan a luchar por cada rayo de esperanza. Es en estos momentos de adversidad donde se pone a prueba nuestra fortaleza interior y nuestra capacidad para encontrar significado y propósito en medio de la escasez.»

Consumo de drogas, delincuencia, asesinatos y robos constantes fueron las principales causas que acorralaron a la familia de Manuel Gómez. A partir del año 1UU8, su padre optó por residir en el barrio Yuldaima de la capital Tolimense, buscando refugio de la creciente violencia y la falta de oportunidades que acosaban a su familia. La carencia de recursos económicos les impedía establecerse en una zona más central, lo que los llevó a afrontar un entorno marcado por la adversidad y la escasez.

Un viernes 8 de septiembre de 2017, al caer la tarde, Luis Gustavo compartió con María Helena la angustiante noticia de que esa vez no tendrían suficiente para comer. En medio de la desesperación, Luis tomó la decisión de dirigirse a una esquina del barrio; se sentó junto a un recipiente y, con la esperanza de recoger algunas monedas para adquirir el desayuno, comenzó a realizar malabares con algunas destrezas que había aprendido a lo largo de los años.

No obstante, aproximadamente a las siete de la noche, un grupo de hombres encapuchados los rodeó, sumiendo el lugar en una atmósfera de temor. De manera aterradora, uno de ellos, portando un machete, se aproximó a Luis y lo amenazó de manera directa en su rostro, dejando una impronta de violencia y crueldad en la situación.

A una cuadra más arriba, Manuel, su hijo, se encontraba oculto detrás de un árbol, siendo testigo impotente de la situación, sin tener la capacidad de intervenir. El miedo se apoderó de su mente, dejándolo en un estado de shock paralizante.

Manuel solo podía concentrarse en el profundo dolor que experimentaba al presenciar cómo su padre era herido con un machete en la espalda; la magnitud de esta experiencia era prácticamente indescriptible. En ese instante, su cuerpo empezó a temblar tanto que el exceso de sudoración se reflejaba en su ropa. De manera incontrolable, lágrimas comenzaron a caer una tras otra desde su mejilla hasta su pecho, como testigos silenciosos de la tragedia que se desarrollaba ante sus ojos.

En ese instante, su tristeza se transformó en odio y su subconsciente solo se concentraba en la angustia de ver a su padre convertirse en víctima de unos despiadados asesinos. Estos individuos no dudaron en despojarlo completamente de su ropa y, para empeorar las cosas, comenzaron a golpearlo con patadas en su abdomen y genitales.

El sonido de sus lágrimas se mezclaba con la súplica, creando una sinfonía de sufrimiento que llegaba a lo más profundo de su ser. A una cuadra más arriba, Manuel, su hijo, se encontraba detrás de un árbol, observando impotente la situación sin poder hacer nada. El miedo se apoderó de su mente.

Sus ojos, llenos de inocencia, reflejaban el terror y la confusión al presenciar la brutalidad que su joven corazón no podía comprender. La pequeña figura de Manuel temblaba, sus manos aferradas a la corteza del árbol buscando desesperadamente algo a lo que agarrarse, mientras sus lágrimas caían silenciosas al suelo, testigos mudos de la tragedia que envolvía a su familia. En su rostro, una mezcla de angustia y desamparo pintaban la devastadora realidad que cambiaría su vida para siempre.

Sin embargo, la crueldad no cedía ante la tragedia. No pasaron más de cinco minutos cuando los agresores, alertados por el sonido de la ambulancia y la inminente llegada de la policía, se esfumaron en la oscuridad, dejando tras de sí el eco de una violencia que marcó a la familia Gómez de por vida.

La escena era desgarradora; todos los vecinos se aglomeraban alrededor del cuerpo del señor Luis Gustavo, quien ya estaba desangrándose en el suelo. uno de los enfermeros rápidamente subió el cuerpo a la camilla, mientras dentro de la ambulancia estaba su hijo, abrumado por la angustia, quien de inmediato lo abrazó en un gesto de desesperación y consuelo.

En medio del dolor y la gravedad de la situación, el padre, debilitado pero con serenidad, le transmitió a su hijo estas palabras llenas de amor y resignación: «Todo estará bien, recuerda que siempre trabajé incansablemente para llevar algo de comer a casa, porque ustedes son lo más lindo que tengo. Desde el cielo, los cuidaré.» La emotividad de la escena se acentuó con la promesa sincera de un padre que, a pesar de la tragedia, buscaba brindar consuelo y esperanza a su hijo en medio de la adversidad.

Estas fueron sus últimas palabras, ya que en ese momento su corazón dejó de latir.

Años después, cuando Manuel cumplió quince años, su madre, con escasos recursos, solo pudo conseguir una modesta torta de cumpleaños. En la sencillez de su hogar, la señora le pidió a Manuel que tuviera paciencia, asegurándole que las cosas mejorarían. Pero la respuesta de Manuel fue franca: «Madre, estoy harto de esta pobreza. No necesitamos más promesas vacías. Voy a buscar trabajo y sacarnos de esta situación. No podemos seguir así toda la vida.» Con estas palabras, Manuel expresó su frustración y su determinación de cambiar su realidad.

Una semana después, en un almacén de calzado cerca del barrio Ricaurte, un papel desgastado ondeaba en un poste con una oferta de trabajo que despertó la atención de Manuel. «Se solicita auxiliar de venta, requisitos: experiencia mínima de seis meses y conocimientos básicos en Excel, salario a convenir». Manuel se detuvo frente al anuncio, una chispa de esperanza destelló en sus ojos cansados.

Sin embargo, mientras reflexionaba sobre la posibilidad de postularse, una sombra de duda se apoderó de él. Nunca antes había tenido experiencia en empleos anteriores, y mucho menos había asistido a una institución educativa. La realidad se le presentó cruelmente frustrante, recordándole que su mayor sueño, ser un gran arquitecto, parecía cada vez más lejos. Las cicatrices de la violencia, la drogadicción y la delincuencia marcaban su vida y sus sueños.

En ese tiempo, él sentía ansiedad y desespero, ya que sus días empezaron a complicarse, aunque no fuera evidente. Ahora, su personalidad era irreconocible; su forma de dialogar y expresarse era

soez, consecuencia de todos los eventos iniciales que formaron parte de su infancia. Esta situación marcó notoriamente sus relaciones con las personas de su entorno.

Cuando cumplió la mayoría de edad, consiguió su primer trabajo como reciclador en un local ubicado en la carrera primera, específicamente en el centro de la ciudad. Su jefe, Adriana Ruiz, le solicitaba recolectar por lo menos cinco kilos diarios de cartón, pero esto era muy tedioso para él. Su horario empezaba a las siete de la mañana, caminando por una zona de la ciudad, y en cada establecimiento debía verificar si había algo de estos elementos que se le solicitaban.

Después de recorrer el trayecto, empezaba a mirar qué le funcionaba y qué no, y hacía un conteo de dinero y de elementos de reciclaje. Los días viernes no eran los más productivos para él, ya que no lograba recolectar todo.

Cuando llegaba a su casa, los conflictos se hacían cada vez más fuertes. Su madre le pedía dinero para los gastos, pero él solo reunía cuarenta mil pesos diarios, lo cual era muy desalentador. Cuando estaba en su casa, su ira recaía sobre su madre. Fue un viernes en particular que se disponía a acostarse cuando doña Helena le dijo: «Hijo, la comida no alcanza. Debes ayudarme con más dinero, porque yo sola no puedo». Manuel, de un solo salto, se levantó y empezó a gritar fuertemente: «¿Entonces qué quieres? ¿Que robe o mate para traerte el maldito dinero? ¡Estás muy equivocada, trabaja tú también, vieja mantenida!» En medio de esas palabras, lanzó un plato a su madre, el cual cayó sobre sus pies. Doña María Helena empezó a llorar tan fuerte que se arrodilló a recoger los pedazos rotos del plato.

Manuel se dirigió a su habitación y lanzó la puerta con un solo

estruendo. María Helena no sabía cómo responder; el llanto era su

única salida ante estas situaciones, sintiendo que la historia que había vivido con su esposo se repetía con su hijo Manuel, quien tomaba actitudes violentas sin importar las consecuencias.

Todo se tornaba cada vez más difícil; ella ya no sabía qué hacer con él. Aunque intentaba encargarse de todo en el hogar, sus acciones pesaban más que sus intenciones positivas. Pasaron dos meses, y la madre decidió ingresarlo en una clínica psiquiátrica llamada «Los Remansos», ubicada en el barrio Cádiz. Allí estuvo por un año y medio, acompañado de psicólogos y terapeutas que desarrollaban actividades enfocadas en el manejo de emociones.

Cumplido ese tiempo, Manuel salió de la clínica, y su madre, muy ansiosa, lo recibió con un abrazo a las afueras. Él se sintió muy agradecido por el apoyo que recibió durante el tiempo que estuvo internado. A la semana siguiente, Manuel se matriculó en un instituto educativo, donde empezó desde cero, pero con muchas expectativas de educarse.

Dos años después, Manuel obtuvo su certificado educativo y comenzó a diseñar su hoja de vida, que circuló por diferentes empresas.

Finalmente, fue aceptado en una empresa de textiles. Sus labores básicas incluían realizar el aseo general, gestionar el archivo y organizar la bodega. Su vida empezaba a cambiar; la comida ya no era una necesidad apremiante, tampoco la vivienda ni los servicios. Manuel se sentía tan agradecido que comenzó a asistir cada domingo a la iglesia pentecostal en compañía de su madre. Allí, siempre en medio de un abrazo, daba gracias a Dios por tener al único ser incondicional en todo su proceso como persona.

Fue un lunes, el 14 de noviembre del 2022, a las S:00 de la mañana,

cuando Manuel salía a trabajar. En la avenida principal, un carro lo atropelló, dejándolo en estado vegetativo. María Helena llegó angustiada, pensando que, una vez más, la vida jugaba en contra de su familia. Los siguientes meses fueron desafiantes para ella, sintiéndose impotente por el estado de salud de su hijo. A pesar de todo, decidió seguir adelante y apoyarlo.

Los días de María Helena tomaron un giro radical; cada mañana era un nuevo reto. Levantarse, preparar las comidas, bañar, vestir y asistir a terapias con Manuel. Cada una de estas actividades se convirtió en el nuevo hábito de doña Helena. El amor hacia su hijo fue su motivación para construir dentro de su casa un pequeño negocio de arepas, que ha sido hasta el día de hoy su sustento para sobrevivir entre los escombros.

Inauguraron en Melgar la ‘Tienda de café con sabor a cordillera’

Inauguraron en Melgar la ‘Tienda de café con sabor a cordillera’

Con el respaldo de la Alcaldía del municipio de Melgar y el financiamiento de la Gobernación del Tolima, la ‘Tienda de café con sabor a cordillera’ abrió sus puertas este sábado, 3 de febrero, con la presencia de la gobernadora Adriana Magaly Matiz.

De acuerdo con la mandataria de los tolimenses, este acto consolida su compromiso y apoyo integral a las más de 7.100 familias que dependen y viven del café en el oriente del departamento.

“Esta tienda que estamos inaugurando, no solamente debe convocar a las familias cafeteras de Melgar, sino que debe convocar a las familias de todo el oriente del Tolima. Este debe ser un sitio de encuentro de propios y visitantes para que vengan y conozcan el café que se produce en las tierras de nuestro departamento”, manifestó la gobernadora.

Este espacio no solo será una plataforma para los cafés especiales, sino también una vitrina regional que abre oportunidades de comercialización para pequeños productores y diferentes marcas.

“Nuestro compromiso es muy grande con los caficultores del Tolima, más de 62.000 familias que viven y dependen del café. Ahí está nuestra tarea que no solo se quedará en anuncios, tendrá que ser una realidad con la inversión que se realice por parte de la Gobernación del Tolima para la renovación y nueva siembra del café, porque sueño que este departamento tenga 10.000 hectáreas nuevas de café”, dijo Adriana Magaly.

Es importante mencionar que, los integrantes de la Asociación de Emprendedores de la Cordillera Melgar, ASOEMCOM, encargada de la administración de la tienda, serán capacita


El Museo de Arte del Tolima celebra sus 20 años con dos importantes exposiciones

El Museo de Arte del Tolima celebra sus 20 años con dos importantes exposiciones

Las puertas del MAT se abren este martes, 12 de diciembre, para celebrar sus 20 años de fundación con dos extraordinarias exposiciones: ‘Botero y su tiempo en el Arte Colombiano’ y ‘Que 20 años no es nada’. El lanzamiento oficial se realizará a las 7:30 p.m.

De acuerdo con Jaiber Bermúdez, director de Cultura del Tolima, es un privilegio contar con estas exposiciones en la capital musical de Colombia.

“Los invitamos a que nos acompañen al lanzamiento de los 20 años que cumple el Museo de Arte del Tolima con una obra de talla internacional como lo es la del maestro Fernando Botero, después de su muerte toman una relevancia tanto económica, como moral y de renombre que muy seguramente en unos cuatro o cinco años va a ser muy difícil volver a tener”, sostuvo Bermúdez.

La exposición ‘Botero y su tiempo en el Arte Colombiano’, es un homenaje al maestro y un recorrido por las obras de otros artistas colombianos que durante ese tiempo lograron una cierta trascendencia en el contexto internacional, como Doris Salcedo, Beatriz González, Antonio Caro, Darío Morales, Luis Caballero, Leo Matiz, entre otros.

En cuanto a ‘Que 20 años no es nada’, es una curaduría que hace un recuento breve del fortalecimiento que han tenido las colecciones que salvaguarda el Museo de Arte del Tolima durante estos 20 años de existencia, resumidas en sus tres ejes principales: regional, nacional e internacional.

Los acervos del Museo son un complejo y heterogéneo grupo de obras que incluyen desde piezas precolombinas de la raza pijao y quimbaya, hasta video – instalaciones realizadas por jóvenes creadores, pasando por destacados artistas nacionales e internacionales, llegando a sumar actualmente alrededor de 1.000 obras.