Un ejemplo de icono

Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’, relata: “dicen los que lo han escuchado y lo han visto, que es el espíritu de un hombre dedicado a las banalidades de la vida, que en vida le gustaba la parranda, que era mujeriego, ermitaño y solitario, que su vida transcurrió de pueblo en pueblo, buscando los lugares más libidinosos para saciar su ansiedad de juego, trago y lujuria”.

“Es por eso que ahora se dedica a espantar por las llanuras, persiguiendo a la mujeres que están en embarazo y buscando hombres para poder disfrutar de paseos y convites lujuriosos. Algunos campesinos relatan que su presencia se siente con un silbido demoniaco, que al escucharlo lejos es porque está muy cerca y cuando se escucha cerca es porque está muy lejos”, añade Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

“Es un silbido penetrante y paralizante que llena de terror a quienes lo escuchan, y aseguran que con oraciones se aleja, pero son sólo historias; además, dentro de las tradiciones ancestrales de los abuelos, le atribuyen las muertes de sus familiares, afirmando que cuando el silbido es suave, moría un hombre, pero si era ensordecedor moría una mujer, por eso cuando muchos lugareños sabían que el espanto estaba cerca, dormían en la iglesia del pueblo, para evitar morir en la noche”, puntualiza Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.