Un ejemplo de icono

“Este si es uno de los espantos de nuestra región, o bueno, así me lo contaban mis abuelos, que afirmaban que es de los más demoniacos espantos que caminan bajo el cielo del Gran Tolima. Los que lo han visto aseguran que usa un sombrero tan grande que le cubre casi todo el cuerpo y sólo se le ve la parte baja de las piernas, que son peludas, anda descalzo y además sus uñas son como garras”, cuenta Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

“Claro que otros aseguran que si bien es cierto que tiene un sombrero muy grande, también luce un hábito como si fuera un monje; por donde este pasa, el silencio se toma el sector y un momento de misterio queda en los ojos de quienes lo han visto de frente”, agrega Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’ añade: “dicen que este espanto es pernicioso, entregado a los vicios y le encanta llevarse a los niños y a los jóvenes para  encaminarlos por el mal, le gusta que fumen desde muy jóvenes y a ellos los persigue constantemente. No le gusta pronunciar palabra alguna, solamente observa, camina y persigue a los jóvenes a los que les gusta la vida mundana; también dicen que luego de que pasa el Sombrerón, llegan fuertes vientos a esa región, que acaban con la cosecha, con animales y hasta con las casas”.

Algunos estudiosos del tema mitológico, aseguran que en otras regiones como el Eje Cafetero y Antioquia, lo definen como un jinete, que igualmente lleva su sombrero grande, pero lo acompaña de una ruana negra, arrastra cadenas muy gruesas y los acompaña dos gigantescos perros que lanzan fuego por los ojos y tienen aliento a azufre.