Un ejemplo de icono

Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’, relata: “esta historia es de una abuela muy alcahueta con sus nietos, ella les permitía hacer todo lo que quisieran hacer sus bellos nietos. Me contó mi abuela que ella hasta permitía que sus nietos la cogieran como bestia de carga y hasta la montaban y le daban rejo cuando esta caminaba muy lento, y ella nunca les refutaba nada para que los angelitos fueran felices”.

“Es un mito del Tolima Grande, aunque también existen historias de apariciones que hace en los llano orientales. Dicen los que la han visto, que es una bola de fuego que se mueve con gran rapidez y hace mucho ruido cuando se está acercando; esto le pone la piel de gallina al más osado de los campesinos”, agrega Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

“Esta si produce mucho espanto porque se mete a las casas, tiene varios brazos como si fuera un pulpo y lanza llamas que pareciera que vienen del mismo infierno. Le gusta posarse en lo más alto de los árboles y desde allí observa a todos los caminantes para poder caer sobre el lomo de las bestias y así hacerlos caer de su cabalgadura”, enfatiza Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’, interpela: “decía mi abuelo que la condescendiente abuela, murió calcinada en su rancho y al llegar al cielo, el mismo San Pedro, guardia de las llaves de la casa de Dios, la condenó a vagar por el mundo como una bola de fuego de tres brazos, que son uno representándola a ella y los otros dos a sus nietos, que la ultrajaron hasta morir. Claro que existe otra historia, en la cual aseguran que ella fue abusada por varios viajeros y por esa razón persigue a los caminantes y sobre todo a los que van a caballo”.

“Algunos jóvenes para divertirse la invocaban con oraciones, y cuando esta aparecía, la adrenalina era tan fuerte que muchos hasta perdían el conocimiento y debían llevarlos hasta la iglesia para que el cura del pueblo los ayudara a alejar al engendro del demonio, mientras sus compañeros de aventura debían desenvainar sus machetes y rozarlos contra las piedras para que botaran chispas y así poder ahuyentarla. También le dicen groserías y así en medio de murmullos y ronroneos se aleja”, dice Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

“Esta deidad persigue a los hombres enamoradizos e infieles, siempre los ataca de sorpresa; dicen algunos que los rasguña y estas heridas jamás cicatrizan y quedan como si se hubieran quemado con carbones encendidos. Muchos creen que rezar o lanzarle agua bendita es la solución, pero en realidad esto la hace crecer más y tomar más poder”, cuenta Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.