Un ejemplo de icono

Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’ relata: “en el barrio Viveros de Ibagué, dicen que el caucho que está sembrado en el parque desde hace más de 80 años fue puesto allí por las brujas; dicen que estas llegan allí a conversar en la ramas, que allá se suben a mirar que cosas malas van a hacer. Incluso unas vecinas dicen que otras vecinas son brujas y se reúnen allá”.

“Una vez cayo un aguacero durísimo y nos tocó con don Bernardo levantarnos, porque el patio se nos había inundado, y hasta ‘Kin’, el perro que teníamos, aullaba y nos hacía dar como miedo, no sabíamos que le pasaba; al fin logramos destapar los sifones, hicimos café y como ya eran como las cuatro de la mañana y se acercaba la hora de levantarnos, nos pusimos a mirar por la ventana hacia la calle, y en la verja vimos algo que parecía como una ‘Gallina’, o una ‘Pava’, pero calva, cabezona, y el pico si era feo. Nos dijimos con Bernardo, entrémosla porque será de alguna vecina, y la empezamos a llamar, Coto, coto, Coto, coto, Coto (vocifera la abuela, como llamado a una gallina), el avechucho ese se corrió un poquito y se desapareció”, enfatiza Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

Claro que desde que le hicieron el altar al Divino Niño allí, como que no volvieron, porque nadie ha vuelto a decir nada de las brujas en Viveros, puntualiza Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

“Las brujas tolimenses son diferentes a como las hemos visto en las películas, no vuelan en escobas, ni hacen conjuros, no les faltan dientes, las de acá son todo lo contrario, muy bellas y llamativas, enamoran a todos los hombres con su despampanante cuerpo y en las noches se convierten en pavas y así vuelan por todos los municipios del Tolima”, agrega Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

“Dicen que viven lejos de los poblados, en los sitio donde casi no hay árboles, más bien como sitios despejados, que son las consortes de Satanás y con él tienen pactos para poder hacer sus maldades, y que en las noches se reúnen con él para rendirle cuentas de todo lo que hacen”, enfatiza Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’, finaliza su relató señalando: “muchas vecinas dicen que ellas (las brujas o pavas) son la encargadas de hacer males en los hogares, que a las chismosas las acechan, y que para poder descubrirlas hay que dejar azúcar en los pórticos de las casas y así cuando ellas llegan, se ponen a recogerla grano por grano y allí les da el amanecer y quedan convertidas otra vez en humanas, dejando en evidencia su identidad ante todo el pueblo”.