EL SILVADOR

EL SILVADOR

Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’, relata: “dicen los que lo han escuchado y lo han visto, que es el espíritu de un hombre dedicado a las banalidades de la vida, que en vida le gustaba la parranda, que era mujeriego, ermitaño y solitario, que su vida transcurrió de pueblo en pueblo, buscando los lugares más libidinosos para saciar su ansiedad de juego, trago y lujuria”.

“Es por eso que ahora se dedica a espantar por las llanuras, persiguiendo a la mujeres que están en embarazo y buscando hombres para poder disfrutar de paseos y convites lujuriosos. Algunos campesinos relatan que su presencia se siente con un silbido demoniaco, que al escucharlo lejos es porque está muy cerca y cuando se escucha cerca es porque está muy lejos”, añade Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

“Es un silbido penetrante y paralizante que llena de terror a quienes lo escuchan, y aseguran que con oraciones se aleja, pero son sólo historias; además, dentro de las tradiciones ancestrales de los abuelos, le atribuyen las muertes de sus familiares, afirmando que cuando el silbido es suave, moría un hombre, pero si era ensordecedor moría una mujer, por eso cuando muchos lugareños sabían que el espanto estaba cerca, dormían en la iglesia del pueblo, para evitar morir en la noche”, puntualiza Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

EL FRAILE O MONJE SIN CABEZA

EL FRAILE O MONJE SIN CABEZA

Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’, cuenta: “de este espanto son muchas las historias que se tienen; en cada municipio del Tolima aseguran haberlo visto, pero cada uno cuenta una historia diferente, entonces no tiene una tradición de espanto como tal. Muchos dicen que nació como espanto en la Villa de las Palmas de Purificación y deambula por las orillas del rio Magdalena”.

 “Yo recuerdo una historia que me contó Damián Martínez, conocido en el barrio Viveros como ‘Camarada’; el hombre trabajaba en la empresa de acueducto del municipio, pero en las noches era el vigilante del barrio, porque hasta ahora se estaba construyendo, y de la esquina de la calle treinta y tres con carrera doce para abajo eran unos guaduales, donde se escondían los ladrones para llevarse las pocas cosas que teníamos para construir las casas. Una noche que cayó un aguacero impresionante, ‘Camarada’ vio salir del guadal una imagen espeluznante; pese a no haber luz, observo a una persona que tenía un hábito que le cubría desde la cabeza hasta los pies, pero este flotaba por los aires. El pobre hombre como que perdió el conocimiento cuando tuvo al espanto frente a frente, dijo que no le pudo ver la cara ni la cabeza, pero que si le vio las manos huesudas y una camándula en madera muy grande. ‘Camarada’ amaneció en la verja de mi casa, mojado por la lluvia de la noche; al despertar golpeo, le ofrecimos un café, y ropa seca, y mientras se tomaba la bebida nos relató su historia, a la cual le dimos total veracidad”, añade Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’, relata: “si claro, le creímos de inmediato porque hemos escuchado muchas historias del sur del Tolima, sobre todo en Purificación, donde dicen que nació como espanto, porque pese a haber sido un ministro de Dios, está vagando en este mundo, porque durante la fundación del pueblo, asesinaron a muchos indígenas y él permitió todas esas masacres. Dicen que por acolitar atrocidades y debido que la comunidad dedicada al mundo banal no lo escuchaba, murió de hambre. Algunos aseguran que en la parte alta del Parque Centenario colindando con Belén, acá en Ibagué, está la cueva del Fraile o el Cura sin Cabeza,”.

LA MUELONA

LA MUELONA

Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’, cuenta: “esta es una mujer muy hermosa, rasgos de una reina, ojos penetrantes, pero tiene dientes de fiera, como si fuera la dentadura de un león, fácilmente puede partir en dos a cualquier persona y expide un olor nauseabundo; además dicen que cuando el ganado aparecía con mordidas salvajes, era porque La Muelona había estado en la zona y estaba hambrienta, por lo que la gente se acostaba temprano para evitar encontrársela y perder la vida”.

“Lo más peligroso al estar en los caminos, es cuando comienza a anochecer, a eso de las seis de la tarde, hasta cuando la luna está en su pleno esplendor, ósea como a las nueve de la noche, pues dicen que se escuchan carcajadas ensordecedoras y demoniacas, esa es la señal de que La Muelona está muy cerca; hasta las bestias se arrodillan en los caminos al escucharla. Muchos han sido víctimas de la feroz dama, porque se les aparece como la bella mujer que es, y con insinuaciones sexuales los convence de acercarse a ella, pero cuando están juntos, los devora como la fiera salvaje que es”, añade Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

“Como todas las deidades del mal, persigue a los hombres libidinosos y lujuriosos, también a todos a los que les encanta en trago y el juego. Algo que es muy importante saber, es que dicen que ella se ahuyenta cuando hay mujeres en embarazo o cuando hay recién nacidos; dicen que siempre, antes de atacar les dice a sus víctimas: estarás conmigo en el infierno, soy La Muelona”, enfatiza Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

“No sé qué tan cierto sea, pero dicen que era mujer gitana, que llegó de España y que se dedicó a todos los artes de la magia negra, separando hogares y haciendo tantas maldades que hasta las jóvenes de la época dejaron de tener hijos, aun estando embarazadas. Le gustaba jugar naipe y siempre ganaba, dejando en la ruina total a las familias más pudientes de la región”, finaliza Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

EL PATAS… EL PUTAS… EL MANDINGAS

EL PATAS… EL PUTAS… EL MANDINGAS

Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’, relata: “es el espanto más feroz de toda la mitología colombiana, a este si lo conocen en todo el país, es una trilogía infernal, la cual es la representación más fuerte del bajo mundo. Es el rey de reyes del mal y todos le deben respeto a él, porque es considerado el príncipe de la tinieblas”.

“Muchos colombianos lo asemejan como un hombre mitad humano, pero con cascos de cabra; otros dicen que puede asemejarse a una bestia de carga, con grandes brazos velludos, cuernos en su cabeza, ojos hipnotizantes, voz de ultratumba y olor a azufre”, agrega Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

“Dicen que una vez se apareció acá en Ibagué, en uno de los bailaderos más reconocidos para esa época; hablo de los años cuarenta, cuando los tablados era tan populares que todos comprábamos ropa y nos íbamos de estrene a tupirle a la danza. Estaba de moda la canción ‘El Ron de Vinola’,  y dicen los que allí estaban, que el Mandigas vino a bailar con una mujer y estaban totalmente viringos, y que pedían esa canción tantas veces, que muchos se cansaron y se sentaron a observar a la peculiar pareja. Eso fue en las fiestas del barrio Baltazar y hasta el obispo puso el grito en el cielo y en plena misa ordenó no volver a bailar o escuchar esa canción”, dice Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

“Otra vez dijeron que el Mandingas volvió a Ibagué, fue cincuenta años después de su festejo en el barrio Baltazar; en esta ocasión llegó a una discoteca, la más popular para ese momento, ‘Abadía’, en donde el príncipe de las tinieblas ya no gozaba con ‘El Ron de Vinola’,  sino con la música de la época y cuando bailaba con una bella mujer, le dijo “No me mire los pies”, pero como humanos, siempre hacemos lo que nos prohíben, y ella miro los pies de su apuesto parejo y al ver que eran unos cascos, enloqueció inmediatamente. Del hombre nadie dio razón, porque se esfumó en medio de los gritos de la mujer”, dice Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

“Una vecina del barrio Viveros en Ibagué, me contó que en el corregimiento de Gualanday, siendo niña, estaba con unas primas y llegó un perro negro, con ojos como fuego, ellas quedaron petrificadas cuando lo vieron y el animal comenzó a dar volantines como queriendo meter su cabeza entre el rabo y de un momento a otro se desapareció; por muchos años las niñas contaron su historia y nadie les creía, solo el cura que fue hasta la casa, en donde hizo varias oraciones y luego esparció agua bendita. Al animal nunca lo volvieron ver”, añade Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’, finaliza: “a muchos niños los asustaban diciéndoles que si se portaban mal, el Mandingas se los llevaba para el infierno, pero creo que esto nunca pasó”.

LA CANDILEJA

LA CANDILEJA

Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’, relata: “esta historia es de una abuela muy alcahueta con sus nietos, ella les permitía hacer todo lo que quisieran hacer sus bellos nietos. Me contó mi abuela que ella hasta permitía que sus nietos la cogieran como bestia de carga y hasta la montaban y le daban rejo cuando esta caminaba muy lento, y ella nunca les refutaba nada para que los angelitos fueran felices”.

“Es un mito del Tolima Grande, aunque también existen historias de apariciones que hace en los llano orientales. Dicen los que la han visto, que es una bola de fuego que se mueve con gran rapidez y hace mucho ruido cuando se está acercando; esto le pone la piel de gallina al más osado de los campesinos”, agrega Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

“Esta si produce mucho espanto porque se mete a las casas, tiene varios brazos como si fuera un pulpo y lanza llamas que pareciera que vienen del mismo infierno. Le gusta posarse en lo más alto de los árboles y desde allí observa a todos los caminantes para poder caer sobre el lomo de las bestias y así hacerlos caer de su cabalgadura”, enfatiza Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’, interpela: “decía mi abuelo que la condescendiente abuela, murió calcinada en su rancho y al llegar al cielo, el mismo San Pedro, guardia de las llaves de la casa de Dios, la condenó a vagar por el mundo como una bola de fuego de tres brazos, que son uno representándola a ella y los otros dos a sus nietos, que la ultrajaron hasta morir. Claro que existe otra historia, en la cual aseguran que ella fue abusada por varios viajeros y por esa razón persigue a los caminantes y sobre todo a los que van a caballo”.

“Algunos jóvenes para divertirse la invocaban con oraciones, y cuando esta aparecía, la adrenalina era tan fuerte que muchos hasta perdían el conocimiento y debían llevarlos hasta la iglesia para que el cura del pueblo los ayudara a alejar al engendro del demonio, mientras sus compañeros de aventura debían desenvainar sus machetes y rozarlos contra las piedras para que botaran chispas y así poder ahuyentarla. También le dicen groserías y así en medio de murmullos y ronroneos se aleja”, dice Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

“Esta deidad persigue a los hombres enamoradizos e infieles, siempre los ataca de sorpresa; dicen algunos que los rasguña y estas heridas jamás cicatrizan y quedan como si se hubieran quemado con carbones encendidos. Muchos creen que rezar o lanzarle agua bendita es la solución, pero en realidad esto la hace crecer más y tomar más poder”, cuenta Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

EL SOMBRERÓN

EL SOMBRERÓN

“Este si es uno de los espantos de nuestra región, o bueno, así me lo contaban mis abuelos, que afirmaban que es de los más demoniacos espantos que caminan bajo el cielo del Gran Tolima. Los que lo han visto aseguran que usa un sombrero tan grande que le cubre casi todo el cuerpo y sólo se le ve la parte baja de las piernas, que son peludas, anda descalzo y además sus uñas son como garras”, cuenta Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’.

“Claro que otros aseguran que si bien es cierto que tiene un sombrero muy grande, también luce un hábito como si fuera un monje; por donde este pasa, el silencio se toma el sector y un momento de misterio queda en los ojos de quienes lo han visto de frente”, agrega Bernardo Sánchez, ‘El Maestro Berna’.

Secundina Monroy Gualtero, ‘La Vieja Satu’ añade: “dicen que este espanto es pernicioso, entregado a los vicios y le encanta llevarse a los niños y a los jóvenes para  encaminarlos por el mal, le gusta que fumen desde muy jóvenes y a ellos los persigue constantemente. No le gusta pronunciar palabra alguna, solamente observa, camina y persigue a los jóvenes a los que les gusta la vida mundana; también dicen que luego de que pasa el Sombrerón, llegan fuertes vientos a esa región, que acaban con la cosecha, con animales y hasta con las casas”.

Algunos estudiosos del tema mitológico, aseguran que en otras regiones como el Eje Cafetero y Antioquia, lo definen como un jinete, que igualmente lleva su sombrero grande, pero lo acompaña de una ruana negra, arrastra cadenas muy gruesas y los acompaña dos gigantescos perros que lanzan fuego por los ojos y tienen aliento a azufre.